Primera vez

Hoy me gustaría dedicar una entrada especial a dar visibilidad a una joven escritora que encontré casualmente por Instagram hace unos días. Con todo el revuelo que se ha montado estos días con la sentencia del juicio de "La Manada", Marina Rosado compartió por dicha red social un relato que puede dar visibilidad a los sentimientos que puede experimentar toda mujer a lo largo de su vida, pero sobre todo, en una etapa tan vulnerable como es la adolescencia. 

Foto obtenida del perfil de Instagram de Marina Rosado Andrades

Sin más preámbulos, aquí os dejo su texto, que espero que os guste y os emocione tanto como lo hizo conmigo:

La primera vez que lo cuentas no dices que te alegraba que los chicos se fijasen en esa falda nueva, ni que durante un segundo tus ojos se cruzaron con los suyos antes de que todo pasara. La segunda vez no cuentas que sonreiste cuando te habló, porque no querías parecer sosa, ni borde ni 'provocar' que te insultase en público por rechazarle. La tercera vez que reúnes el valor y lo cuentas no dices que tu primera respuesta no fue un NO, sino un 'no sé' murmurado, porque no querías ofender a nadie, porque no querías que pensara que eras una borde o que te creías superior. En ocasiones nunca llegas a contar que no le gritaste cuando viste que te seguía, que no le dijiste claro 'Quédate ahí, joder', porque todos iban a pensar que eras una paranoica, pero cómo voy a querer tocarte, idiota, que te lo tienes muy creído. Nunca llegas a contar que hay algo llamado parálisis y que se mezclaba con tu imagen de vuestras miradas cruzándose, pero si sabías que estaba detrás de ti, joder, ahora no te hagas la estrecha (y tú todavía sonríes aunque ya dices que no, venga tío, que no tiene gracia, ja ja).
 
Nunca llegas a contar que durante un segundo te cruzó la cabeza que quizás él tenía razón, nunca llegas a contar los segundos que dedicaste a pensar en mitad del pánico cuáles eran las opciones, nadie contempla sus opciones con una mano penetrando su cuerpo. No cuentas que miraste sus puños y sus zapatos y que te dieron más miedo que otras partes de su cuerpo, porque qué guarra, que está apunto de metertela y tú sólo pensando en si tendrá la punta de la bota de hierro. No puedes contar que en un punto de la pesadilla decidiste seguir al instinto y quedarte quieta, cerrar los ojos y terminar. Que decidiste que no estabas ahí dentro, sino fuera. No cuentas que te estaban arrancando más de pecho que de piernas. No cuentas que en cierto punto eres y fuiste una muñeca.

Tampoco cuentas que gemiste, más de una vez, como un llanto, confuso, y que lo hiciste para que terminase, como una zorra para que se corriera, cuanto antes, no lo cuentas. 
 
No cuentas que después tuviste miedo, ¿Y sí lo cuenta él?, no cuentas que le protegiste, ni que sangraste 5 días, que después duele, que deja marca, que necesitabas puntos pero que todo se cura solo con la ley del silencio. Ni cuentas que no querías que lo contase. Que tienes miedo a que digan que tú falda era corta (te pones compresas durante una semana), que le sonreiste al principio (a los diez días te haces un test de embarazo), que dijiste no sé, en lugar de no (vomitas sólo cuando la ducha está abierta), que te quedaste quieta, no cuentas que gemiste (ni que escuece y que ya no eres una persona, que eres un espacio en blanco). No cuentas que sospechas que eres una guarra, que quieres que te den una patada con una bota de hierro en el centro del dolor para que desaparezca, no cuentas que quizás tenían razón, que deberías haber luchado y muerto. 
 
No cuentas nada, pero cuando lo descubren, cuando gritas, te escupen en la boca y te dan la razón. Has mirado, has sonreído, te has quedado quieta, has gemido. Eso es el sexo, mujer, te has dejado. Eres una jodida zorra y además quieres que todos lo sepan. Toda la sociedad sabe que dejaste que se corrieran en tus bragas,tu madre, tu hermana. 
 
No cuentas que tenias quince años. 

Y te callas cuando te dicen que has tenido suerte, tía, que no puedes ir así por la vida, que podrían haberte violado de verdad. Que podrían haberte violado de verdad, que podrían haberte violado de verdad. 
 
No sé cómo no pensáis que es lo mejor del mundo, esto del sexo digo, esto de dejar que un hombre te toque, joder. Es magia. ¿Sabéis que es lo que no cuento? Que esto que he contado no es una violación. Que es la primera, la segunda y la tercera vez de niñas que han nacido en un mundo de bestias. Que no me creo que no lo hayas vivido, que sé que te ha pasado. Que el pánico es parte de convertirse en mujer, que el silencio es la ley, que la ley te ha educado para que tragues y tengas miedo, te ha educado para que tengas miedo de poder tragar, para que no quieras que lo sepan, para que lo hagas. 
 
Lo de que no es violacion no lo digo yo, yo solo acabo pensando que me lo he buscado. Lo de que no es violación lo dice todo aquel con el poder de protegerme. Ojalá no hubiera contado nada, ojalá el puño en mi cara. Ojalá supiera que le ha pasado a otras, o quizás solo sea una guarra.

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