Cien años de soledad

Título: Cien años de soledad | Autor: Gabriel García Márquez
Editorial: DeBolsillo | Páginas: 495

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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. 

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Así da comienzo García Márquez a una de sus novelas más admiradas y que marcaron un hito en la Historia de la Literatura Universal. Cien años de soledad narra la evolución de Macondo a través de la mirada de siete generaciones de la familia Buendía.  Con cada nuevo Aureliano o José Arcadio, la familia fundada por Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía se va surrealizando, poblando las casi quinientas páginas de la novela de hechos maravillosos e irracionales, pero que se enmarcan de tal forma que no parezcan inverosímiles.

Grosso modo, se podría definir la novela la historia de un pueblo, con los cotilleos propios del mismo y sus murmuraciones: amor, amistad, traición, humor y, sobre todo, soledad. Los Buendía, pese a ser una gran familia, están malditos con una insoportable soledad en medio del gentío, que les lleva a aislarse ante la incomprensión de cuantos les rodean. No solo se sienten solos respecto al resto de habitantes del pueblo, sino respecto a los mismos habitantes de la casa. 

Los personajes que nos presenta García Márquez en la novela están marcados por la superstición y la tragedia que, pese a no afectarles directamente, condicionan sus vidas. Mediante sus propias acciones, cada uno de los numerosos personajes nos revelan sus propias inquietudes y emociones. Debo reconocer que el lector puede sentirse abrumado ante la gran cantidad de Aurelianos y José Arcadios que se van sucediendo, uno tras otro (yo de hecho, opté por hacer un árbol genealógico cuando ya apareció la tercera generación).

Se produce constantemente una lucha entre hermanos y se puede apreciar en sus personalidades un gran afán de superación y mejora, que impulsará los numerosos cambios producidos en el pueblo. El autor nos presenta a lo largo de cada página las extravagancias de los personajes, y son esas extravagancias insertas en su día a día lo que hace que la novela sea dinámica y entretenida: la crueldad y compasión de Amaranta, la inocencia de Remedios, la bella, las fiestas de Aureliano Segundo, la tierna humildad de Pilar Ternera, el aire melancólico del coronel Aureliano Buendía, siempre en permanente lucha...

En cuanto al modo de narrar, se puede afirmar con rotundidad que García Márquez tiene el "don de contar". Como si de un entrañable abuelo se tratase, contando a sus nietos sus viejos recuerdos de niñez, el narrador nos va presentando los numerosos acontecimientos de Macondo de manera sencilla y amena. Realmente, Cien años de soledad es una larga historia presentada como un breve cuento. En sus páginas podemos encontrar hechos extraños presentados como cotidianos (algo propio del realismo mágico), léxico propio de Colombia, pero que no resulta totalmente ajeno, que no hace que la novela se restrinja a dicho país.

Cualquier lector que desee adentrarse en uno de los grandes iconos de la literatura hispanoamericana o los seguidores de la historia de este curioso pueblo desperdigada en los numerosos relatos o novelas cortas del autor colombiano, encontrarán en Cien años de soledad una maravillosa novela que impone más por la tradición que se ha creado en torno a ella que por la dificultad que presenta para el lector. Es, por encima de todo, una novela con la que se disfruta y se reflexiona sobre hechos que han marcado la historia de Hispanoamérica, sin apenas darse cuenta. 

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