La casa de los siete tejados

Título: La casa de los siete tejados | Autor: Nathaniel Hawthorne

Sinopsis

A finales del siglo XVII, en una pequeña localidad de Nueva Inglaterra, el venerable coronel Pyncheon decide construirse una ostentosa mansión donde un día hubo la cabaña de Mathew Maule, condenado a morir en el cadalso por brujería en un juicio presidido por el propio coronel. El acusado lo maldijo mientras era ajusticiado, y el día de la inaguración de la casa Pycheon murió repentiramente dejando a sus descendientes la mansión y el infortunio. 

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Con esta sinopsis tan llamativa se nos presenta esta obra que parece invitarnos a leer una novela de intriga victoriana, trasladada a norte América. Sin embargo, la obra de Hawthorne es un relato minucioso sobre los personajes que participan en la historia. Más que lo relatado en ella, lo cual puede resultar banal e incluso sin interés alguno, lo importante es cómo se relata. Resulta especialmente atractivo el modo en el que el narrador se va moviendo por las diferentes estancias de la casa como si de una película se tratase. Las descripciones, tanto de los personajes como de los ambientes, se realizan de tal forma que al lector le parece estar viendo a través de un escondite todo lo que ocurre en la misteriosa casa, bañada por la sangre. Se trata, pues, pese a lo que su sinopsis pudiese hacernos pensar, de una novela que, lejos del misterio y la intriga, realiza una profunda crítica a la hipocresía y al puritanismo que estaban tan presentes en la América de la época. 

En un primer momento puede ser una novela difícil de abordar por su detención en el más mínimo detalle, alargando las descripciones con reflexiones durante, incluso, varias páginas, lo que puede hacer que el lector pierda el hilo de la trama. El autor fabrica el relato muy lentamente, deteniéndose en detalladas descripciones de la casa, las habitaciones, los ambientes, los personajes, etc., con algunas intervenciones espontáneas en las que conversa con el lector, haciéndolo partícipe de lo que se está relatando. Hay que abordarla sin prisas, teniendo una conciencia clara de que no es una novela de lectura rápida, pese a que no abarque muchas páginas. En esta edición, Penguin la recoge en 338 páginas, con un maravilloso prólogo inicial a cargo del catedrático de literatura inglesa Milton R. Stern. El argumento se va desarrollando envuelto en un fondo irónico e, incluso, a veces, humorístico para subrayar la crítica social que el autor desea hacer.

Cabe destacar la caracterización de los personajes. Cada uno de los personajes que aparecen en la obra nos muestra un tipo de personalidad que imprime, claramente, los valores que el autor admira o desprecia. Las acciones, los pensamientos, las conversaciones de los personajes se abordan desde diferentes niveles, mostrando tanto las emociones que afloran en cada uno de los personajes de forma sencilla, como la crítica social de forma incisiva y, en ocasiones, filosófica. Cada uno de los personajes es representado con una forma amable o siniestra para mostrar que dentro de una misma familia hay diferentes carácteres, que se dan diferentes personalidades dentro de la familia Pyncheon hasta 1850, cuando está ambientada la historia. Nos adentramos así, en la vida diaria de Hepzibah y Clifford Pyncheon, claro reflejo de la soledad y de la injusticia; de la dulce Phoebe, que aporta la luz y la esperanza que necesitan sus viejos tíos; del implacable juez Jaffrey Pyncheon, que representa la vanidad y prepotencia que también poseía el viejo coronel, maldito por Maule; del anciano tío Venner y del artista Holgraves, así como otros lugareños que aportan el toque humorístico que hace un poquito menos densa la lectura. Todos estos personajes son los protagonistas de un drama social que muestra el error de menospreciar a las personas humildes y a aquellas que vivían al margen del orden puritano establecido en la época. La maldición de Maule, "Dios le dará a beber sangre", los envuelve a todos ellos y establece la conexión necesaria para entender todo lo que se relata. 

Pese a que pueda parecer una obra de carácter fantástico, los elementos sobrenaturales están presentes de una forma muy difusa. Sin duda, no es una lectura recomendada para niños e, incluso, tampoco para jóvenes debido a los numerosos análisis psicológicos y a las largas descripciones que pueden resultar tediosas para cualquiera que no esté habituado a lecturas semejantes. Es más recomendable para personas adultas que quieran adentrarse en la profundidad psicológica de una sociedad cuyos valores están en clara decadencia. Hawthorne, mediante unas profundas descripciones y unas expresivas conversaciones de los personajes, nos adentra lentamente en los valores que están corroyendo a una sociedad y nos muestra cómo la ausencia de prejuicios es la única vía de escape.

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