Las lágrimas de San Lorenzo

Título: Las lágrimas de San Lorenzo | Autor: Julio Llamazares
Editorial: Alfaguara | Páginas: 200

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Una vez más os traigo este año una novela de Julio Llamazares para su reseña: Las lágrimas de San Lorenzo. Llamazares se manifiesta de nuevo, salvando las distancias, como el escritor del dolorido sentir y se introduce, desde el cielo de Ibiza, en un mar de recuerdos desde la visión melancólica de un profesor de literatura, que ha vagado errante por toda Europa y que ahora se ve separado de su hijo, aunque le acompañe en esa noche de San Lorenzo en la que, magistralmente, Llamazares encierra muchas noches de la vida de su protagonista. Desde que descubrí la narrativa del autor leonés, me ha maravillado la delicadeza que muestra en su prosa y la capacidad que tiene de evocar lugares y sentimientos que el lector siente como suyos.


La novela es, sin duda, un libro muy intimista en el que el autor consigue transmitir la emoción y la nostalgia que siente su protagonista. Pese a que comparada con el protagonista de la novela soy muy joven, y pese a que nunca me he divorciado ni he tenido un hijo con el que compartir la melancolía por el tiempo que se ha ido, LLamazares ha conseguido emocionarme y, como debe hacer un buen libro, golpearme con una ingente cantidad de cuestiones que han cambiado mi forma de mirar algunas cosas

En el repaso de su vida que hace el progonista, el lector puede encontrar temas identificables con sus propios pensamientos, como son, por ejemplo, el temor a envejecer, los desengaños amorosos en los que muchas veces no se ha acabado el amor o la soledad. Al igual que en su libro Escenas de cine mudo, la novela gira en torno a los recuerdos que almacenamos de las cosas más insignificantes. A diferencia de esta, en la que se recordaba a través de las fotografías que se iban sucediendo en un álbum, en Las lágrimas de San Lorenzo, los recuerdos se suceden por la atmósfera que se crea entre el protagonista y su hijo Pedro, y que hace que se produzca una especie de transmisión bilateral entre el padre, que ve en su hijo los sueños e ilusiones que él mismo tuvo de niño, y Pedro, que intuye en su padre unos miedos que cree también suyos, pero que no  es capaz de comprender del todo. 

"-¿Tú nunca has tenido miedo, papá? - me pregunta mi hijo de repente, devolviéndome al lugar en el que estoy."

La novela debe leerse con tranquilidad, como un punto de encuentro con la calma, como una vía de escape de la inmediatez que rige el mundo actual. El lenguaje usado, sencillo y certero, nos hará viajar por diferentes lugares y nos hará experimentar sentimientos que, sin haberlos sentido antes, nos hacen partícipes de lo que experimentan los personajes. Mostrando una gran sensibilidad poética, el autor nos invita, y al leer el libro casi nos obliga, a compartir con él su soledad y, al igual que consigue hacer con los paisajes que describe, nos pinta la mente con melancolía. Realmente, no sé cuánto habrá de autobiográfico en la novela, aunque quizá lo mejor sea pensar como nos dijo el autor que "las novelas son autobiográficas porque reflejan el alma del escritor, no porque estén contando su vida".

"Da igual que la viera o no. Al niño le da lo mismo que sea verdad o mentira y, en el fondo, prefiere que le mienta con tal de compartir su emoción conmigo"


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