La casa de la fuerza


Título: La casa de la fuerza | Autora: Angélica Liddell
Editorial: La uña rota | Páginas: 144

***
Angélica Liddell es una escritora española nacida en 1966. Estudió Psicología en Madrid y durante sus estudios escribió su primera obra de la cual afirma que «era malísima» pero en ella ya se pueden apreciar algunos temas recurrentes en su trabajo, como el suicidio. Según la propia autora su principales fuentes de inspiración fueron sus abuelos, a los que visitaba desde niña: «todo lo aprendí viéndoles arar, pisar la uva, meter las manos en el fuego sin quemarse, en cuanto hacían, había una relación directa con las cosas que no he vuelto a experimentar». Ha sido galardonada por la crítica en numerosas ocasiones, llegando a ser calificada como «monstruo escénico y autora de la palabra» y ha sido comparada con Artaud y Pasolini. Además, ha sido traducida al inglés, francés, rumano, ruso y portugués.

En cuanto a la obra que hoy nos atañe, La casa de la fuerza, la autora comenzó a gestarla al cumplir 42 años, cuando por primera vez se apuntó al gimnasio, ya que allí afirma que empezó a hacer «ejercicios de preparación para la soledad». La casa de la fuerza es una obra en la que frente al dolor que provocan la soledad y el paso del tiempo, Liddell discurre sobre la pasión provocada por el amor, por amar y ser amada, como un método de consuelo ante el vacío que rodea a la existencia humana. Con un México lleno de violencia como escenario, un «México lindo (y herido)», mediante los diálogos de los distintos personajes se manifiesta la repugnancia que provoca la masculinidad amenazante y violenta.

Estructuralmente, la obra se divide en tres actos en los que la autora, mediante los diálogos entre los personajes y sus reflexiones personales, nos abre una herida al dolor, retorciendo nuestras entrañas con la palabra. Sin duda, se puede afirmar que se trata de un drama humano sin voluntad de serlo. Lola, Getse, Angélica, Perla… son mujeres destrozadas por el dolor del amor, de la violencia del hombre deshumanizado, que nos integran en sus conversaciones y nos hacen partícipes de la podredumbre que corrompe al ser humano actual. No se trata de una obra de teatro al uso, a la que podríamos estar acostumbrados, sino de, como afirma Óscar Cornado, «una voluntad de testimoniar desde el cuerpo roto, el cuerpo que sufre, el lugar de una emoción quebrada». En el primer acto asistimos a la conversación que mantienen tres amigas, sentadas alrededor de una mesa, tomando cervezas, y en ese entorno es donde comienzan a sucederse intervenciones y acciones sin sentido, rodeadas de música mariachi, que centran la atención en los pequeños detalles que hace una persona frente a otra. En el segundo acto, la obra evoluciona hacia un intimísimo más impactante aún si cabe, ya que se nos presenta un diario lleno de monólogos, de experiencias traumáticas, de sufrimiento, de esperanza, que deriva finalmente en un tercer acto donde relaja el tono y, a modo de reportaje periodístico, nos presenta una seria de violaciones y asesinatos en México. En este tercer acto, México presenta en sí mismo el ideal máximo del dolor y de la esperanza, como escenario al que quieren escapar tres hermanas para poder encontrar la felicidad. 

«Paulina escribió el número de la matricula DEL COCHE
en su brazo, tal vez presintiendo su muerte.
Pudieron haber decidido no asesinarla,
sin embargo optaron por asesinarla.»

Liddell plantea un drama humano e «inhumano» que no es apto para mentes sensibles. Aunque creo que al ser leído, el drama pierde parte de su fuerza (seguramente mucho más impactante al ser representado), me parece una obra realmente explosiva que lleva al lector (o espectador) a los límites de la empatía, mostrándole la hipocresía del ser humano, haciéndole reflexionar sobre la violencia que ha ejercido y que sigue ejerciendo el hombre sobre la mujer, la cual no puede liberarse de la etiqueta de víctima, ni aún después de muerta, ni aún después de haberse librado de las etiquetas y reclamar su libertad de ser. 


Sí es cierto, por otro lado, que puede ser una obra difícil de comprender por los reveses «narrativos» que presenta y por la continuas apariciones de letras de canciones que pretenden hilar un tema con otro, pero que pueden confundir al lector. Por eso, estoy segura de que, como he dicho anteriormente, al ver la obra representada esta cobraría aún más fuerza de la que pretende transmitir con su lenguaje explícito y casi vulgar. Desde luego, está claro que no es una obra para lectores sensibles o para aquellos que busquen una lectura sencilla, no debemos confundir su brevedad con facilidad. La casa de la fuerza pretende romper y, mediante lo inhumano, humanizar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por comentar ^^