Editorial: B de Books | Páginas: 413
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Vencer al dragón es una novela de elecciones y de reflexiones sobre nuestra propia vida. Morkeleb, el negro, se ha apropiado de la Gruta de Ylferdun, masacrando y atemorizando a sus habitantes, por lo que es necesario un auténtico Vencedor de dragones, capaz de traer la paz de nuevo. Sin embargo, no todos los héroes son como los narran las viejas leyendas, ni todas las leyendas ensalzan a los verdaderos héroes. Tras el destino de gnomos y hombres, Jenny debe descubrir cuáles son sus auténticos deseos y elegir su propio camino.
La historia es narrada en tercera persona, de una manera muy amena, permitiendo que el lector pueda empatizar con los sentimientos de los distintos personajes, que muestran realidades paralelas pero muy distintas entre sí. Se nos muestran magistralmente los miedos, deseos e inquietudes de personas que se ven arrastradas por el destino y el ensalzamiento de los hechos. Me ha parecido muy interesante la visión de la autora, que nos muestra que, pese a que un acto sea heroico, puede ser llevado a cabo por una persona normal y corriente, cuyas principales preocupaciones no sean alcanzar la fama o ser recordado durante siglos. Todos los personajes se caracterizan por su humanidad y por no responder a los arquetipos convencionales del género. Aversín, el Vencedor de dragones, es solo un alcalde de pueblo que ansía el conocimiento para poder facilitar la vida de su gente; mató al primer dragón para preservar la paz en su Fortaleza y solo desea matar al según dragón para poder obtener el conocimiento que se conserva en la capital del reino. Janny es una maga con poca confianza en sí misma que se encuentra continuamente dividida entre sus deseo de mejorar en la magia y su deber de cuidar de su familia.
Para ser mago, debes ser mago, pensó, la clave de la magia es la magia
Me ha llamado mucha la atención el feminismo patente en la obra. Las mujeres de la novela son fuertes y con deseos propios, admiradas por sus semejantes y a las que, no es que se les de la opción de elegir, sino que eligen. Incluso aunque la mala de la historia es una mujer, los motivos que han construido la personalidad de esta están justificados y son comprendidos por el resto de personajes. Donde mejor se puede apreciar esta ruptura con las relaciones clásicas entre hombres y mujeres es en la relación entre Jenny y Jonh. Jenny elige cómo reparte su tiempo entre su familia y su magia, dejando claro desde el primer momento que prevalece esta última sobre el resto de cosas y Jonh lo respeta completamente, incluso si eso al final puede significar perderla y que ella se aleje de su lado.
- Antes estaba celoso de ella, ¿sabes? No de otro hombre, sino de ella misma, de esa parte de ella que no me daría nunca, aunque sabe Dios para qué lo quería yo entonces. ¿Quién fue el que dijo que los celos son él único vicio que no da ningún placer? Pero eso fue lo primero que tuve que aprender sobre ella y tal vez lo más difícil que haya aprendido jamás sobre cualquier cosa: que ella es de ella misma y que lo que me da, me lo da porque quiere dármelo y por lo tanto es más precioso.
Humbly nos ofrece una historia llena de fuerza y fantasía, pero también de comprensión de la naturaleza humana, de las pasiones que nos mueven, de lo que nos destroza y de lo que nos hace más fuertes. Porque los viejos héroes perfectos y brillantes en todo momento se transforman en esta novela en personas capaces de hacer grandes cosas pero que cometen errores, que no tienen porqué ser superdotados para poder librarse de las amenazas que nos acechan.
Humbly consigue que la fantasía vaya un paso más allá del entretenimiento y que a través de ella, el lector se cuestione la estructura social actual y los entresijos del alma humana.
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