Los mejores tiempos


Título: Los mejores tiempos | Autora: Marta Sanz
Editorial: Debate | Páginas: 242

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Mario, a los treinta y cinco años de edad, ve cómo la vida confortable que llevaba comienza a desmoronarse: sus padres, en el ocaso de su vida, acaban de divorciarse; su propio matrimonio hace tiempo que está esquivando unos problemas cada vez más presentes. Es en este punto cuando comienza a rememorar su infancia, cuando comienza esta historia.


Hoy os traigo una novela que se ha convertido en muy especial para mí, tanto por lo que me gustado, como por la dificultad de conseguirla, ya que ha sido imposible encontrarla en librerías de segunda mano o blibliotecas (sin mencionar las grandes superficies). Los mejores tiempos, publicada por la editorial Debate en el 2001, es la tercera novela de Marta Sanz, reconocida autora a la cual he mencionado en numerosas ocasiones. En esta novela, se plantea una interesante pregunta, situada en una época concreta, los últimos años del franquismo y la transición, pero que considero que es extrapolable a cualquier generación: ¿por qué los hijos de los «progres» de los años sesenta se han hecho conservadores?

La novela comienza en un momento de crisis existencial del protagonista, Mario, quien comienza a reflexionar sobre su infancia. Era un niño con unos padres liberales, que vivía en un ambiente liberal en el que se desarrollaban fiestas y eventos culturales, pero que lo único que deseaba era salir del ambiente «anormal» en el que él creía estar y ser un niño normal, con unos padres normales. Mario nos narra sus pensamientos infantiles desde una perspectiva crítica para mostrarnos que los niños buscan también integración social y no solo el amor de unos padres. El protagonista manifiesta en más de una ocasión el amor de sus padres, tanto hacia él, como entre ellos mismos, pero cuando comienza a ir al colegio, él ansía algo más. Quiere que sus padres sean como los demás padres de sus amigos, con unos empleos comunes y que se dediquen a tareas normales que no les hagan destacar en la comunidad, porque se siente señalado socialmente por la forma de vivir que han elegido sus progenitores. 

«Espero para que me vean el portero y los vecinos, para que me apoyen, para recriminen a mis padres que, por fin, se darán cuenta de sus faltas y se quedarán en casa conmigo, protegidos debajo de una manta de cuadros»

Me ha gustado especialmente el modo en el que Sanz consigue entremezclar la «gran historia» de los cambios sociales que hubo durante la transición y el miedo que imperaba durante el Franquismo, con la intrahistoria, como la denominó Unamuno. A la vez que Mario reflexiona sobre sus propias vivencias, comenzando a entender las razones de sus padres para vivir como lo hacían, se le descubren al lector los entresijos de unos complicados momentos sociales para España. Eme, una joven madre con su hijo de apenas unos años, tiene que refugiarse en casa de los padres de Mario porque su marido es un preso político del Franquismo. Álvaro ha sido exiliado por su madre y debe esconderse en los peores lugares para poder mantener relaciones sexuales por su homosexualidad. 

«Yo me imagino a Álvaro pasando las noches en bares de carretera, contra las paredes de los váteres, en los descampados, apoyado en colchones que llevan años a la intemperie cerca de donde el padre de mi amigo Raúl tiene un desguace de coches y perros ladran y tienen garrapatas y se orinan sobre las mismas lonas sobre las que Álvaro se revuelca.»

En cuanto al lenguaje, se puede decir que es sencillo y de fácil comprensión, lleno de imágenes impactantes. Lo que quizá puede dificultar un poco la lectura de la novela son los constantes saltos temporales entre el pasado y el presente, aunque creo que están perfectamente estructurados para que el lector no se pierda si hace una lectura atenta. Si lo que se busca es un libro de lectura rápida y sencilla, no es el caso, pero tampoco estamos ante una novela completamente incomprensible. Se trata de un libro que nos plantea numerosas cuestiones y puntos de vista que nos harán reflexionar y, tal y como debe hacer la buena literatura, nos llevará a cuestionarnos muchas cosas. 

Para concluir, me gustaría señalar que se trata, sobre todo, de una crítica social y de un intento de explicar que nuestro presente siempre está condicionado por nuestro pasado, aunque lo que debemos hacer es mirar hacia el futuro. Mario, finalmente, consigue amar y entender lo que es, lo que ha rechazado siempre, encontrando un punto de inflexión que resulta clave para él y que le lleva necesariamente a cambiar su vida. Retomando la reflexión que he hecho al principio de esta reseña sobre que es una historia que explica porqué los padres «progres» tuvieron hijos reaccionarios, creo que la mejor explicación la da el propio Mario, y con ella quiero terminar esta reseña y dejar la reflexión al lector sobre si lo que se nos narra, se podría extrapolar a estos, nuestros «mejores tiempos»: 

«Se enamoró pronto, trabajó pronto, tuvo un hijo pronto, y pronto se escapó para creer que no se escapaba y que estaba viviendo. Así lo exigieron los tiempos, del mismo modo que, a mí más tarde, otros tiempos muy distintos, imprevisiblemente, me invitaban a escaparme cada día, porque los jóvenes no teníamos otra cosa que hacer, porque no podíamos desarrollarnos a tiempo, preocuparnos a tiempo, enamorarnos a tiempo, ponernos melancólicos a tiempo, tener un hijo a tiempo, trabajar a tiempo, tomar a tiempo nuestras propias decisiones y, llegados a ese punto, nuestras decisiones nacieron in alegría de vivir, gastadas y miedosas, y tuvieron que ser necesariamente serias, funcionariales, con hipotecas y recados. Me casé con Ana cuando yo ya tenía entradas en el pelo, cuando ella ya era una primípara añosa, cuando no nos jugábamos nada y los dos ya andábamos preocupados por contratar un plan de pensiones.»


1 comentario:

  1. No sé si merece la pena compartir la reseña de un libro que dices que no se puede conseguir...

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Muchas gracias por comentar ^^