El cuento de la criada

Título: El cuento de la criada | Autora: Margaret Atwood

Editorial: Salamandra | Páginas:  412

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Tras un tiempo escuchando hablar de la canadiense Margaret Atwood, he tenido la oportunidad de acercarme a una de sus obras más reconocidas: El cuento de la criada. En esta hipnotizante novela, Atwood nos relata una estremecedora distopía, a través de una voz femenina, en la que, tras numerosas guerras nucleares, los Estados Unidos que conocemos se han transformado en la República de Gilead, basada en una teocracia puritanista que interpreta el Antiguo Testamento para sus propios intereses, organizando la sociedad en torno a una estructura patriarcal y arcaica. 

Mediante las palabras de Defred, la protagonista de esta historia, se nos van presentando de manera confusa todas las transformaciones que se han dado en la nueva república, como si los lectores también nos sintiésemos aturdidos ante los cambios sociales que estamos experimentando. Las mujeres han sido despojadas de todos sus privilegios y han sido relegadas a tres papeles únicamente: esposa, ama de casa y procreadora; Esposas, Marthas y Criadas, respectivamente. La sociedad de Gilead, bajo la supervisión de los Ojos y la vigilancia de los Ángeles, está dirigida por la élite de los Comandantes, quienes han decidido que las mujeres interpreten los papeles mencionados. Cada persona debe ceñirse a la categoría que le ha sido asignada.

Se destaca especialmente, a lo largo de la historia, el trabajo de las Criadas, ya que es la categoría que se le ha asignado a la narradora y protagonista de la historia. Las Criadas son las que más han sufrido el sometimiento de las mujeres, siendo despojadas de toda identidad y personalidad, siendo percibidas únicamente como un cuerpo que debe ser fecundado, ni si quiera son madres, pues al dar a luz a los hijos de los Comandantes, estos son criados por las Esposas y la Criada es destinada a otra casa. 

Me ha resultado especialmente interesante cómo, a través de las continuas retrospectivas que hace Defred en su narración, Atwood consigue mostrar la realidad que se ha perdido, todo lo que se le puede arrebatar a una peresona: trabajo, posición social, pensamientos, capacidad crítica, orientación sexual, libertad... Todo debe ser controlaldo por el estado y todo debe quedar sometido, al igual que ocurre en otras tantas distopías, como en la icónica 1984. Para evitar los enfrentamientos y controlar los ideales, Gilead educa a las mujeres en Centros que minan su pensamiento individual. También resulta muy llamativo el tratamiento de la sexualidad en la nueva sociedad: las mujeres ya no pueden disfrutar, simplemente deben procrear. La Ceremonia, mediante la cual los Comandantes intentan fecundar a las Criadas, es un acto frío y sin sentimiento, un simple acto mecánico. 

El Comandante está follando. Lo que está follando es la parte inferior de mi cuerpo. No digo haciendo el amor, porque no se trata de eso. Copular tampoco sería la expresión adecuada, ya que supone la participación de dos personas, y aquí solo hay una implicada.

Me ha parecido especialmente escalofriante la manera en que nuestra narradora relata los hechos, como si todo fuese una pesadilla de la que pronto va a despertar. Cada una de las Criadas tiene una historia que ha sido borrada por la república de Gilead y se hace patente su miedo ante lo que está ocurriendo, lo que las lleva a sospechar unas de otras, a enfrentarse y perder una sororidad que debería acentuarse ante la nueva situación. Una vez más, una estructura patriarcal lleva a las mujeres a enfrentarse, en lugar de a unirse. 

Sin duda, la distopía de Atwood está elaborada de manera que el lector siente la intensidad de la nostalgia de la protagonista y de los hechos que se suceden en el presente narrativo. Es una novela especialmente crítica con el control que se pretende establecer sobre las mujeres, sobre su vida y su libertad de reproducción, un tema tan actual que resulta inquietante. Atwood resalta con una crítica directa una situación que ya está sucediendo y nos hace reflexionar sobre lo que estamos aceptando. 

Lo normal, decía Tía Lydia, es aquello a lo que te acostumbras. Tal vez ahora no os aparezca normal, pero al cabo de un tiempo os acostumbraréis. Y se convertirá en algo normal.