Título: Esa puta tan distinguida | Autor: Juan Marsé
Editorial: DeBols!llo | Páginas: 240
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Desde que comencé la carrera de letras, siempre ha estado presente en mi mente el autor de Últimas tardes con Teresa. De forma recurrente, aparecía en las recomendaciones de los distintos profesores el gran Juan Marsé pero, como suele ocurrir, no había pasado de ser una vaga recomendación hasta que por casualidad cayó en mis manos su última novela: Esa puta tan distinguida. Con este título tan llamativo no pude resistirme a adentrarme de una vez por todas en el universo literario del autor barcelonés, desafiando sutilmente las voces separatistas que llegaban del norte.
Esta novela narra la historia de un escritor, fácilmente identificable con el propio Marsé, aunque no sea una novela completamente autobiográfica, que recibe el encargo de elaborar un borrador para un guión cinematográfico que recoja los pormenores de un suceso ocurrido en Barcelona en 1949: el asesinato de una prostituta, Carolina Brul, a manos de Fermín Sicart en la cabina de proyección del cine Delicias. Marsé se adentra en la memoria personal de un tiempo amargo, donde las historias están cubiertas por el característico velo de incertidumbre que cubría los delitos durante el franquismo. Se muestran claramente las ideas del autor barcelonés desde el principio de la obra, que comienza con las respuestas a una fingida entrevista a la que se le han suprimido las preguntas, hasta el final, donde se muestra que una historia humana no puede, o no debe, ser el reflejo de una historia colectiva y no puede quedar subyugada a una intención política. Mediante la figura de Héctor Roldán, director de la que será la película del asesinato, se muestra un director militante antifranquista que pretende poner el asesinato al servicio de la propaganda contra el regimen que ha sido disuelto recientemente (la novela se ambienta en 1982). Roldán se caracteriza como un director de películas "celebradas antaño que adolecen hoy de una fastidiosa monserga política".
En la novela se establece una clara distinción entre pasado y presente. Del pasado se recogen los engaños, las miserias de la dictadura y su persecución hacia aquellos contrarios a la misma. Del presente, en cambio, se hace una dura crítica a aquellos que ponen el arte al servicio del capitalismo. El escritor protagonista pretende continuamente establecer la realidad y el entramado emocional que conlleva la historia sobre la deformación esperpéntica que quieren realizar los productores para buscar un mayor número de ventas. El propio personaje de Fermín Sicart le otorga al escritor el poder de transformar los hechos y, sin embargo, se hace patente la tristeza y la melancolía al darse cuenta de que su vida es solo lo que otro establece que sea:
Ahora le toca a usted explicar qué me pasó, qué movió mis manos, le toca a usted asignarme el papel que me corresponde en esta desdichada historia; a usted, celebrado autor de novelerías, usted que presume de indagar los procesos emocionales que conforman nuestra conducta y le premian por ello, que domina el arte de imaginar razones del corazón que la razón ignora, usted debe ahora explicarme cómo surgió y por qué y de dónde proviene ese repentino e inescrutable desvarío que arruinó mi vida...
Marsé toma las riendas de la historia y establece tramos de una gran densidad dramática junto a otros de tono irónico y jocoso, creando un contraste propio de la tragicomedia o de la frivolidad narrativa característica de Eduardo Mendoza. Sin duda, el contraste entre el serio escritor, que pretende imponer la verdad sobre la frivolidad financiera de sus productores, y Felisa, su asistenta, nos recuerda un poco a la relación de D. Quijote y Sancho Panza. Felisa impone el tono lúdico ante la intensidad emocional de las conversaciones con Sicart, mediante sus continuos acertijos y adivinanzas, posee un gran conocimiento cinematográfico y lo expone continuamente. Aún cuando el asunto tratado en Esa puta tan distinguida se presenta como muy grave, mostrando las torturas que se llevaron a cabo en las cárceles durante la dictadura franquista, se narra con un tono desenfadado y se impregna de cierto escepticismo.
En mi opinión, la novela deja sin resolver la densidad argumentativa que plantea desde un principio, otorgando al lector el poder de interpretar los hechos narrados y de otorgar a cada personaje el papel que crea adecuado. Es una novela ligera que se puede leer rápidamente, cargada de un dramatismo que queda oculto tras las continuas frivolidades de los distintos personajes, a excepción del escritor protagonista y Sicart. Me hubiera gustado que Marsé profundizase en los comportamientos humanos de Carolina y Sicart, incluso en el debate interno del escritor a la hora de extrapolar los hechos a los productores de la película. Esa puta tan distinguida es una novela de lo que se pierde en el olvido y sobre temas que, por mucho que ahondemos en ellos, se quedarán sin resolver.
Sé que mi memoria es mala, sé que fui otra persona, alguien que no estaba totalmente en sus cabales. Pero no sé si he sabido explicárselo. Me parece que no.
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